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Entonces Sansón fue de nuevo a Timnat con sus padres. Sansón estaba en los viñedos de Timnat y de pronto un león joven lo atacó rugiendo. De repente el Espíritu del SEÑOR vino sobre Sansón dándole gran poder. Sansón destrozó al león con sus propias manos, sin usar ningún arma. Para Sansón fue tan fácil matar al león que parecía como si hubiera matado más bien a un pequeño cabrito. Sansón no les contó nada de esto a sus padres.

Sansón llegó a la ciudad y habló con la mujer que le había gustado.

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